El estaño era, y es, un metal estratégico desde la Edad del Bronce (3000 a. C.) porque aleado con el cobre produce precisamente el bronce, un metal mucho más resistente para la fabricación de armas y utensilios. Se cree que la minería del estaño comenzó alrededor del 2500 a. C. en Europa Central y que más tarde se extendió a Cornualles (Reino Unido) y al noroeste de España (Galicia). Los fenicios eran conscientes de la importancia del estaño y establecieron las primeras rutas comerciales de este metal a través del Mediterráneo, desde los confines occidentales del mundo conocido (la península Ibérica y las islas Británicas) hasta sus territorios en el Mediterráneo Oriental. A diferencia de otros metales, las regiones productoras y las minas de estaño son relativamente escasas, lo que incrementaba su valor. Por supuesto, los fenicios no tenían ninguna intención de revelar la localización exacta del origen del estaño a sus competidores comerciales.

Kassitérides (del griego κασσίτερος, kassíteros) o Kattitérides es el nombre que los griegos dieron a las islas del Estaño, y las referencias a ellas aparecen en la literatura antigua ya desde Heródoto (siglo V a. C.). El origen del estaño y otros metales era situado por los antiguos griegos en los límites de la ecúmene (del griego οἰκουμένη, oikouméne), es decir, en los extremos del mundo conocido o habitado y esto, sumado al secretismo sobre su situación exacta, ha sumido a estas y otras islas en la brumosa región que separa lo mítico de lo real. El geógrafo griego Estrabón (c. 64 a. C. – c. 24) ‒de quien procede la comparación de la forma de Hispania con una piel de toro‒ (figuras 1 y 2) nos cuenta que «Las Casitérides son diez, están próximas entre sí, al norte del Puerto de los Ártabros [posiblemente La Coruña o una zona adyacente], en alta mar. (…) Antes eran los fenicios los únicos que explotaban este comercio desde Gadira [Cádiz], ocultando a todos su ruta; y en una ocasión en que los romanos siguieron a un navegante para conocer también ellos el emporio, el navegante, por celo, encalló voluntariamente en un bajío, y después de arrastrar a su misma perdición también a sus perseguidores, se salvó de entre los restos del naufragio y recibió del erario público el precio de las mercancías que había perdido. Pero los romanos lo intentaron muchas veces hasta que lograron descubrir la ruta» (Geografía, libro III, 5, 11). Este párrafo es significativo acerca del celo de los que conocían los lugares de origen del preciado metal, hasta el punto de naufragar intencionadamente antes que revelar la ruta.

 Iberia Estrabón García y Bellido 1944

Figura 1: Reconstrucción del mapa de Iberia según Estrabón, donde pueden observarse las Casitérides al nororeste de Galicia según una interpretación del texto de Estrabón. (Fuente: García y Bellido. La España y los españoles de hace dos mil años, según la Geografía de Estrabón, ed. Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1945, p. 144)

iberia Estrabón Cruz Andreoti

 Figura 2: Otra de las posibles reconstrucciones del mapa de Iberia según Estrabón. En todas ellas llama la atención la incorrecta orientación de la costa mediterránea y de los Pirineos. En este caso no se representan las Casitérides frente a Galicia. (Fuente: Estrabón e Iberia: la construcción de una identidad histórica. Gonzalo Cruz Andreotti. 2014)

Entrando ya en materia cartográfica, el geógrafo greco-egipcio Claudio Ptolomeo (c. 100 – c. 170) escribió en Alejandría la obra más influyente de la historia de la cartografía: la Geographia. Como sabemos por otras entradas del blog, esta obra se componía de un tratado geográfico en su aspecto matemático y cartográfico, una lista de unos 8000 lugares del mundo conocido con sus coordenadas longitud y latitud, y un conjunto de 26 mapas regionales más un mapa de la ecúmene o mundo conocido. Ptolomeo, tomando muy probablemente como fuente de información al mencionado Estrabón, también nos dice que «en el océano Occidental hay diez islas llamadas Casitérides», asignando además unas coordenadas al punto medio del archipiélago (figura 3).

urb lat 274 texto casitérides

Figura 3: Fragmento de un códice en latín de la Geographia de Ptolomeo donde se lee: «In occidentali autem occeano insule decem cateterides dicte» y asigna a su punto medio las coordenadas 4o longitud y 44,5o latitud. Códice manuscrito Urbinas Latinus 274. Biblioteca Apostólica Vaticana (c. 1470). El IGN posee un magnífico ejemplar facsímil de este códice, que forma parte de la exposición «Los mapas y la primera vuelta la mundo. La expedición de Magallanes y Elcano»

Unos 1200 años más tarde la Geographia de Ptolomeo fue redescubierta en el Renacimiento y  se tradujo del griego original al latín en Florencia en torno al año 1406. Desde mediados del siglo XV se empezaron a producir lujosos manuscritos en Florencia y uno de los más prolíficos autores de estos códices fue el cartógrafo alemán Nicolaus Germanus (c. 1420 – c. 1490). Una de las novedades aportadas por Germanus fue la adición de mapas modernos (tabulae modernae) que actualizaban los mapas de Ptolomeo y los acompañaban sin sustituirlos, como muestra de respeto al sabio alejandrino. Con los años, Germanus fue modificando ligeramente sus mapas tanto Ptolemaicos como modernos de tal forma que se le conocen tres versiones (o recensiones) en sus manuscritos. Sus dos primeras versiones del mapa moderno de España, actualizado basándose en la información procedente de las cartas náuticas, no incluían obviamente las islas Casitérides frente a Galicia, cuya existencia no solamente era dudosa en el siglo XV sino que tampoco podía situarse con la menor precisión en un mapa y, en ningún caso, en la posición descrita por Ptolomeo. Pero sorprendentemente, en su tercera y definitiva versión del mapa moderno de España, Nicolaus Germanus volvió a incluir un archipiélago ‒en este caso con siete islas en lugar de diez‒ en la costa noroccidental española (figura 4). Sin embargo, la mayor sorpresa no es esa, sino que observando con detenimiento los nombres de esas islas, les había asignado los de las Azores (figura 5). En otras palabras, en un difícil intento de conciliar la localización de las Casitérides ptolemaicas con su inexistencia en la realidad, la única solución de compromiso era «acercar» el archipiélago de las Azores desde su situación en el Atlántico hasta las cercanías de la costa gallega.

hispania moderna azores

Figura 4. Mapa moderno de Hispania incluido en uno de los manuscritos de la tercera recensión de Nicolaus Germanus. En la esquina noroeste se observa un grupo de siete islas que ya no son las Casitérides. Manuscrito Plut. 30.4. Biblioteca Medicea Laurenziana, Florencia (c. 1470)

azores pluteo 30-4

Figura 5. Detalle del mapa de la figura 4 donde se observan, entre otros, los nombres de Fayal, Pico, San Jorge, Graciosa o Santa María frente al Caput finisterre

La curiosa historia de la transmisión de este flagrante error comienza aquí, ya que una Geographia manuscrita de Germanus similar a la de las figuras 4 y 5 fue utilizado como modelo para tallar las planchas de madera de su edición impresa publicada en la ciudad alemana de Ulm en 1482, replicando la inexacta localización de las Azores en el mapa moderno de España (figura 6).

Hispania Ulm 1482

Figura 6. Mapa moderno de Hispania incluido en la edición impresa de la Geographia publicada en Ulm (1482). Como puede apreciarse, esta edición está copiada de los mapas manuscritos de Nicolaus Germanus de c. 1470. Biblioteca Nacional de España

La edición impresa de Ulm, la más influyente entre las incunables (aquéllas impresas antes del año 1500), sirvió a su vez como modelo para la edición de la Geographia de Martin Waldseemüller publicada en Estrasburgo en 1513, lo que trasladó el error al siglo XVI (figura 7). Sin ánimo de hacer una revisión exhaustiva de todos aquellos mapas impresos de España en los que se podían observar total o parcialmente  las Azores frente a Galicia, mencionaremos las diversas ediciones y reimpresiones de la Geographia: 1507, 1508, 1513, 1520, 1522, 1525, 1535 y 1541.

hispania 1513

Figura 7. Tabula Moderna et Nova Hispaniae. Mapa moderno de España incluido en la edición de 1513 de la Geographia donde se incorpora, por copia, el error en la localización de las Azores. Instituto Geográfico Nacional (32-D-46).

No es de extrañar, pues, que el italiano Benedetto Bordone se sumara al desconcierto general cuando en 1528 publicó su famoso Islario, en el que, en un ejercicio de síntesis optó por la peor de las soluciones posibles: trasladó las Azores a la costa gallega y además conservó el nombre de Casitérides  para el archipiélago (figura 8) cometiendo un doble error.

casiterides bordone

Figura 8: Las islas Casitérides (Catherides insule) a la altura del capo del fine della terra y con los nombres de las Azores. Isolario di Benedetto Bordone (1534). Instituto Geográfico Nacional (912-365)

La curiosa historia cartográfica de las islas del Estaño es un ejemplo entre las de todos aquellos lugares míticos que llegaron desde la tradición antigua o medieval, con mayor o menor vigor, a la cartografía del siglo XVI, y que con el curso de las exploraciones marítimas fueron desvaneciéndose en los mapas para perdurar solo en la leyenda.

 

Marcos Fco. Pavo

Marcos Fco. Pavo Jefe del Área del Registro Central de Cartografía
Instituto Geográfico Nacional
Ministerio de Fomento