La cartografía ha sido tradicionalmente un fiel notario del progreso de los descubrimientos geográficos. Desde siempre ha sido posible seguir la evolución del alumbramiento de nuevas tierras mediante la contemplación de la correspondiente serie histórica de mapas, tal y como se mostró en la pasada exposición de cartografía alojada en la Sala de Exposiciones del IGN con el título, Ecúmene: la evolución de la imagen del mundo, ahora disponible como visita virtual.
Sin embargo, en ocasiones se producen discrepancias entre lo que nos muestran algunos mapas y lo que conocemos según la historia «oficial». Ya vimos en esta bitácora uno de estos casos, el del planisferio de Waldseemüller de 1507 en el que se representaba por primera vez un Nuevo Mundo «continental» (América) separado de Asia por un océano que no sería oficialmente descubierto por Núñez de Balboa hasta seis años después, en 1513. En este mapa había otro detalle sorprendente: un insinuado paso hacia el futuro océano Pacífico en el extremo sur de América, jalonado por una bandera portuguesa más allá de los 50 grados de latitud Sur (figura 1). No hay que olvidar que, en la conciencia europea de finales del siglo XV, lo que Colón había descubierto eran las islas y costas de Asia oriental, y la repentina «aparición» de este nuevo continente sacudiría los cimientos de la geografía establecidos desde los antiguos griegos.
Figura 1: Detalle del mapa del mundo Universalis Cosmographia, de Martin Waldseemüller (1507). Además de la primera aparición del nombre «América» en un mapa, se puede observar el futuro océano Pacífico y el esbozo del fin del continente, más allá del límite Sur del mapa
Durante los primeros años siguientes a 1507 aparecieron varios mapas impresos en forma de husos o «gajos» (figura 2) con los que se podía teóricamente construir un globo terráqueo, y en los que se mostraba esta novedosa idea del continente americano como una gran masa de tierra firme que se interponía en el camino desde Europa hacia Asia por Occidente.
Figura 2: Mapa del mundo en husos atribuido a Martin Waldseemüller (1507). En su parte inferior, una línea muestra el diámetro del globo necesario como base para pegar los husos sobre la esfera. Ludwig Maximilians Universität München
Pero nuestro particular expediente X se remonta a 1515, cuando el matemático, cartógrafo y constructor de globos alemán Johannes Schöner llegó significativamente más allá de lo insinuado por Waldseemüller respecto al extremo Sur de América. Concretamente, dos de sus globos, datados en 1515 y 1520, ya muestran un oficialmente desconocido paso al océano Pacífico antes de que hubiera informaciones fidedignas de la existencia del estrecho de Magallanes, las cuales llegarían a España en 1522 traídas por la nao Victoria en su regreso de la primera circunnavegación del mundo. De este globo en husos de Schöner de 1515, se conservan dos ejemplares montados sobre una esfera de 26 cm de diámetro, uno en la Herzogin Anna Amalia Bibliothek (Weimar, Alemania) y el otro en el Historisches Museum Frankfurt (Alemania, figura 3), además de un ejemplar impreso pero sin montar y conservado solo parcialmente en la Biblioteca del Congreso de los EE. UU.
Figura 3: El globo de Schöner de 1515, dejando a la vista el continente americano. CC-BY-SA. Historisches Museum Frankfurt, Foto: Uwe Dettmar
En el globo, el mencionado paso discurre entre el extremo sur de América y una tierra austral, sorprendentemente similar a la Antártida, a la que denomina por error Brasilie Regio (figuras 4 y 5). La explicación sobre por qué dibujó ese estrecho nos la aporta el propio cartógrafo alemán en un libro que publicó en 1515 con el título Luculentissima quædam terræ totius descriptio (una muy lúcida descripción de todas las tierras). En esta obra, seguramente un tratado explicativo que acompañaba al globo de 1515, Schöner relata que: «Los portugueses navegaron en esta región, Brasil, y descubrieron un paso muy parecido al de nuestra Europa, que discurre Este-Oeste. Desde una de los lados puede verse la otra orilla, y el cabo [el final del estrecho] de esta región está a unas 60 millas de distancia, como si uno navegara por el estrecho de Gibraltar entre Sevilla y Barbaria (…). Más allá, la distancia no es muy grande desde esta región de Brasil hasta Malaca, donde el apóstol Santo Tomás fue martirizado».
Figura 4: Detalle del globo de 1515 donde se aprecia el estrecho entre América del Sur y un continente austral llamado Brasilie Regio. CC-BY-SA. Historisches Museum Frankfurt, Foto: Uwe Dettmar
Figura 5: Facsímil realizado por Franz von Wieser (1881) del hemisferio occidental del globo de 1515. También en esta imagen se muestra con toda claridad el sorprendente concepto cartográfico de Schöner respecto al paso Sur y la región austral
La cuestión es, ¿cómo podía Schöner saber en 1515 de la existencia y situación de ese estrecho en el extremo sur de América cinco años antes de que se descubriera (1520) y siete años antes de que la noticia llegara a Europa (1522)? La respuesta está en un panfleto anónimo en alemán de apenas cinco páginas publicado en 1514 con el título Copia der newen Zeytung aus Presillg Landt (copia de las más recientes noticias de la tierra del Brasil; figura 6) en el que, con un texto muy similar al relato de Schöner antes visto, se relata un viaje portugués que llegó a descubrir el mencionado estrecho a 40 grados de latitud sur y que incluso logró cruzarlo, pero al que las tormentas obligaron a regresar sin poder progresar hacia el Norte. Comparando ambos textos es innegable que el cartógrafo alemán tomó de esta obra (y malinterpretó) la información relativa al estrecho, incluyendo su errónea e inferior latitud Sur (algo más de 40 grados en lugar de los 52 grados reales del cabo Vírgenes, donde comienza el estrecho de Magallanes).
Figura 6: Portada del panfleto impreso Copia der newen Zeytung aus Presillg Landt (1514). John Carter Brown Library
Hasta aquí la explicación de por qué Schöner pudo haber representado un estrecho entre Suramérica y su Brasilie Regio. Todo apunta a que, en realidad, el paso al que se refieren la Copia der newen Zeytung y el propio Schöner (erróneamente), correspondería al estuario del Río de la Plata o al golfo de San Matías, situado aproximadamente a esos 40 grados de latitud (figura 7).
Figura 7: Comparación entre el extremo sur de América según Schöner y la Copia der newen Zeytung (izquierda), y la situación real del golfo de San Matías, algo más allá de la latitud 40 (derecha)
Sin embargo, la inquebrantable creencia de Magallanes en la existencia de un estrecho parecía basarse en informaciones cartográficas más o menos restringidas a las que el portugués había tenido acceso y a las que daba crédito. En efecto, según informa Antonio Pigafetta, uno de los 18 supervivientes y cronista del viaje, «[Magallanes] sabía que era necesario pasar por un estrecho muy oculto, pero que él había visto figurado en un mapa que el rey de Portugal conservaba en su tesorería, construido por Martín de Bohemia, muy excelente cosmógrafo». Este Martin de Bohemia, presunto autor del mapa, no es otro que Martin Behaim, autor del Erdapfel, el globo terráqueo más antiguo que se conserva (1492). Queda prácticamente descartado que Magallanes tuviera acceso a esa información en ningún mapa o globo de Behaim (que murió en 1507), del que se solo se conserva el mencionado globo precolombino en el que ni siquiera figura América.
Por otra parte, Bartolomé de las Casas narra como testigo presencial en la corte de Valladolid la siguiente escena: «Traía el Magallanes un Globo bien pintado, en que toda la tierra estaba, y allí señaló el camino que había de llevar, salvo que el estrecho dejó, de industria, en blanco, porque alguno no se lo saltease» (Historia de las Indias, libro 3). Es decir, en el momento de presentar su proyecto de viaje en la corte de Carlos I, Magallanes presentaba un globo en el que había dejado en blanco la parte del estrecho para que nadie le robase la idea.
Puesto que el globo de 1515 no incorpora fecha ni autor, ¿pudo Magallanes haber atribuido erróneamente uno de los globos de Schöner a Martin Behaim y, de ahí, el testimonio de Pigafetta? ¿Estaríamos en ese caso ante la fuente cartográfica que, junto a las cartas que su amigo Francisco Serrano le escribió desde las Molucas, inspiraron a Magallanes su viaje? No podemos hacer otra cosa que dejar abierto este interesante expediente X hasta que, quizás en un futuro, la cartografía histórica como disciplina consiga resolver.
Marcos Fco. Pavo |
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Jefe del Área del Registro Central de Cartografía Instituto Geográfico Nacional Ministerio de Fomento |