Como ya se ha visto en anteriores entradas del blog, puede considerarse que la cartografía científica tal y como la entendemos hoy en día nació con la obra del geógrafo griego Claudio Ptolomeo en el siglo II. Concretamente su tratado de geografía (Geographike Hyphegesis), tradicionalmente conocido como Geographia, incluía, además de una descripción de elementos de geografía y cartografía ‒la forma y dimensiones de la Tierra, definición de los círculos fundamentales en la esfera terrestre, etc.‒, unas instrucciones para construir proyecciones cartográficas y un nomenclátor con los pares de coordenadas longitud y latitud para unos 8000 puntos de la ecúmene o mundo conocido en la antigüedad. El libro octavo y último de la Geographia era el que teóricamente incluía los mapas. El canon o modelo establecido por Ptolomeo dividía el mapa del mundo conocido en 26 mapas regionales (fig. 1): 10 para Europa, 4 para África y 12 para Asia, dispuestos en ese orden.

El mapa de Ptolomeo dedicado a España ‒más rigurosamente, a la Hispania romana del siglo II, es decir, la península Ibérica‒ es el mapa segundo de Europa, y aparece siempre tras el de las islas Británicas (mapa primero de Europa).

esquema ecumene

Figura 1. Mapa del mundo conocido según Ptolomeo en la proyección cónica o «primera proyección» de entre las tres definidas por el sabio alejandrino. Sobre el mapa de la ecúmene está trazada la división en los 26 mapas regionales, con la tábula II de Europa (Hispania) destacada en rojo. Fuente: Facsimile-atlas: to the early History of Cartography with reproductions of the most important maps printed in the XV and XVI centuries. A. E. Nordenskiöld (1889). Fondos cartográficos del IGN (92-1)

 

El mapa ptolemaico original de Hispania puede considerarse, por tanto, el primer mapa de España de la historia, entendiendo como tal un mapa realizado a partir de coordenadas ‒independientemente de su precisión‒, en una proyección cartográfica e individualizado para la unidad geográfica concreta de Hispania. Sin embargo, no se conservan manuscritos originales de Ptolomeo y las primeras copias conocidas son, como veremos, más de 1000 años posteriores. Desafortunadamente, la Geographia de Ptolomeo se perdió en Occidente con la caída del Imperio Romano, y durante la Edad Media la ciencia geográfica sufrió un severo retroceso, ya que las representaciones del mundo en un plano dejaron de tener interés desde el punto de vista de la exactitud geométrica para utilizarse principalmente como marco esquemático y conceptual de la visión cristiana del mundo, dando lugar a los mapamundis medievales como los de «T en O» o los «Beatos». Para encontrar las primeras apariciones de España conservadas en un mapa, aunque dentro de un contexto geográfico más amplio, tenemos que remontarnos a estos mapas medievales, sin el menor rigor geométrico (figura 2).

beato Burgo de Osma           detalle beato

Figura 2. Mapamundi del Beato del Burgo de Osma (1086). El mapa está orientado al Este, donde se sitúa el Paraíso Terrenal, y divide el mundo en los tres continentes antiguos (Asia, Europa y África) más un cuarto continente antípoda situado al Sur (en el mapa, a la derecha). En la ampliación correspondiente a Europa (dcha.), la península Ibérica aparece delimitada en su parte superior por una línea roja bajo la cual se observa, entre otros detalles, la catedral de Santiago de Compostela con la representación del busto del Santo. Códice original conservado en la catedral del Burgo de Osma.

Para que la obra geográfica de Ptolomeo -y con ella el primer mapa de España en sentido estricto- volviera a salir a la luz, hubo que esperar a que el monje bizantino Máximos Planudes (ca. 1260-1310) encontrara en Constantinopla (actual Estambul), tras una obstinada búsqueda, un manuscrito de la Geographia con el texto completo en el idioma griego original, pero sin mapas. Los tres manuscritos más antiguos con mapas que se conservan de la Geographia están datados en torno al año 1300, y se atribuye generalmente a este monje la confección o, al menos, la dirección de los trabajos de creación de estos tres códices conforme a las instrucciones literales y las coordenadas recogidas por Ptolomeo.

Sin entrar en detalles, diversos estudios han reconstruido un posible árbol genealógico de los códices más antiguos conservados de la Geographia. Según la nomenclatura habitual utilizada éstos son los tres manuscritos más antiguos que se conservan, datados en torno al año 1300 (fig. 3):

U: Códice Vaticanus Urbinas Graecus 82 (Vaticano)

K: Códice Seragliensis GI 57 (Estambul)

F: Fragmento Fabricianum Hauniensis Graecus 23 (Copenhague)

esquema

Figura 3: Árbol genealógico de la transmisión de la Geographia hasta los tres manuscritos existentes más antiguos (rodeados en rojo): U, K y F, ca. 1300. Fuente: Mittenhuber F. (2010) The Tradition of Texts and Maps in Ptolemy’s Geography

Los tres manuscritos en pergamino tienen unas dimensiones similares (58 x 42,5 cm) e incluso la escritura de dos de ellos (Estambul y Copenhague) se debe a una misma mano. Los códices del Vaticano y de Estambul contienen el mapa del mundo y los 26 mapas regionales. El en códice vaticano el mapamundi está dibujado según la primera proyección de Ptolomeo (cónica), mientras que en el de Estambul el mapa del mundo aparece sorprendentemente en la segunda proyección  (pseudoesférica o cónica modificada), algo único en manuscritos tan antiguos (fig. 4).

Doc1

Figura 4. De izquierda a derecha: mapa de la ecúmene en el códice vaticano Urbinas Graecus 82 en primera proyección y el mismo mapa en el códice de Estambul Seragliensis GI 57 en segunda proyección.

Respecto al tercer manuscrito coetáneo, el de Copenhague, solo se ha conservado un único pergamino sin encuadernar que, casualmente, contiene la mitad del mapa de España (figs. 5 y 6), el cual se vería completo una vez encuadernado junto con el resto de pliegos de pergamino en la obra originaria.

fabricianus 23

Figura 5. La mitad del mapa de España que se conserva del manuscrito de Copenhague Fabricianum gr. 23 (ca. 1300), concretamente la oriental correspondiente a la Hispania Tarraconense.

detalle fabricianus 23

Figura 6. Detalle del manuscrito de Copenhague. En él se puede apreciar bajo las islas Baleares el rótulo, que transliteramos del griego, BALLIARIK PÉLAGOS (mar Baleárico). En la esquina superior izquierda del mapa se lee ISPANIA TARRAKONESI (Hispania Tarraconensis).

Respecto al manuscrito de Estambul, encontrado en 1927 en la biblioteca del Museo Topkapi, de la misma ciudad, aunque conserva los 27 mapas del canon ptolemaico está bastante dañado por la humedad, como puede comprobarse en el mapamundi de la figura 4. El mapa de Hispania no es una excepción y presenta la parte central con un importante deterioro, como el resto de mapas del códice (fig. 7).

hispania seragliensis 27

Figura 7. folio 78 (verso) del códice Seragliensis GI 27 (ca. 1300). Museo Topkapi (Estambul). Corresponde a la mitad occidental de Hispania, rodeada por el mar Cantábrico y el océano Atlántico.

Y llegamos al más importante, en todos los aspectos, de los tres códices ptolemaicos más antiguos: el Urbinas Graecus 82, de la Biblioteca Apostólica Vaticana. Aunque ninguno de los tres manuscritos hasta ahora vistos está datado con precisión, su análisis comparativo permite deducir que este códice vaticano es el más antiguo de ellos, lo que significa en términos absolutos que es la Geographia con mapas más antigua conservada. Más aún, a diferencia de los otros dos manuscritos, el Urbinas gr. 82 fue decisivo en la transmisión de la Geographia en Occidente al ser el primer ejemplar de esta obra en llegar desde Constantinopla a Florencia en 1397, donde sería traducido pocos años después al latín. A partir de su traducción al latín la Geographia alcanzó una enorme difusión y popularidad en Europa occidental y convirtió a Ptolomeo en la máxima autoridad geográfica y cartográfica del siglo XV y comienzos del XVI. La mayoría de los mapas ptolemaicos manuscritos que se conservan descienden directa o indirectamente de los mapas del Urbinas gr. 82.

¿Y cómo es el mapa de España más antiguo del mundo? A partir de lo visto hasta ahora, el mapa segundo de Europa (Hispania) contenido en el Urbinas. gr. 82 y datado en torno al año 1300 es, por tanto, el mapa de España más antiguo que ha llegado hasta nuestros días (fig 8). Mientras que el mapa de España de Copenhague solo se conserva parcialmente y el de Estambul está dañado, el mapa del Vaticano conserva los dos folios que lo forman y su estado es bueno, lo que unido a su gran formato y su lujoso acabado lo convierten en un ejemplar extraordinario en todos los aspectos.

España Urb Gr 82_1

Figura 8. El mapa de España más antiguo conocido, incluido en el códice Urbinas Graecus 82 de la Geographia de Ptolomeo en griego. Fuente: Biblioteca Apostólica Vaticana. Folios 65v y 66r.

El mapa, iluminado en distintos colores para la hidrografía, la orografía y la toponimia (fig. 9), se representa en la proyección rectangular recomendada por Ptolomeo para los mapas regionales. Llaman la atención, en una época en que la cartografía de los círculos eruditos occidentales no tenía el menor rigor geográfico, los márgenes graduados en longitud y latitud, y la cuadrícula geográfica superpuesta en tinta roja, con meridianos equiespaciados cada 5o de longitud y paralelos a intervalos, no de latitud constante, sino de duración del día más largo del año cada 15 minutos de tiempo ‒una de las maneras de medir la latitud en la antigua Grecia‒.

detalle urb gr 82

Figura 9. Detalle de la ISPANIA BAITIKE (Hispania Bética, aproximadamente Andalucía actual). Los dos grandes ríos que siguen el curso Este-Oeste son el Guadiana  y el Guadalquivir. Abajo al izquierda, a la altura del estrecho de HERAKLES (en latín, de Hércules, actualmente estrecho de Gibraltar) se observa la isla de Gadeira (Cádiz). Frente a la costa andaluza mediterránea se lee el rótulo IBERIKON PÉLAGOS (mar Ibérico). . Fuente: Biblioteca Apostólica Vaticana

Estos tres valiosísimos mapas de España son un ilustre testimonio del renacer de la cartografía científica, alumbrada por Ptolomeo en el siglo II y rescatada del olvido medieval a finales del siglo XIII en su versión griega original en Bizancio y a comienzos del siglo XV en su traducción latina en Florencia, y desde ahí  por extensión, difundida al resto de Europa occidental.